OH NO!

MI MADRE PARTE 8

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No recuerdo si cuando mi padre se casó con mi madre Diorita, teníamos mascota en casa o no. Lo que si recuerdo es que a ella no le gustan las mascotas. ¡No tiene nada de malo! El problema es que a todos los hijos, nos gustaban mucho los animales. Si has leído mi blog antes, ya me has oído hablar de Chacha! Para la decepción de mi madre, no se escapó de lidiar con nuestras mascotas, pero a su manera. Voy a contarte de algunas de ellas.

«PATITAS BLANCAS» Fue una perrita que nos regaló una misionera en uno de los pueblos de Oaxaca. Era una cachorrita cuando la trajimos a la casa y si has tenido perritos en tu casa, has de saber que necesitan ser entrenados a ir al baño en el lugar correcto, etc. Nosotros los niños no sabíamos nada de eso; mis padres no tenían el tiempo de hacerlo y no se si ni sabían mucho de perros; el asunto es que la pobrecita cachorrita, tenia muchos accidentes en el piso. Eso frustraba mucho a mi madre entediblemente. Encontraba el accidente y exclamaba: OH NO!  Entrenar a un cachorro toma tiempo, determinación y consistencia. Mi Chacha esta muy bien entrenada y no tengo ningún problema con ella; pero me tomó unos seis meses de entrenamiento, consistencia y mucha paciencia. Por si no te lo imaginaste antes, la pobrecita de Patitas Blancas, no duró mucho en nuestra casa; la regresaron a la misionera que nos la había dado. Todos los niños muy decepcionados.

«LASSIE» Esta fue una historia de amor. Cada año mi padre nos llevaba a Cuernavaca, a visitar a mi abuela materna y a ir a dejar flores a la tumba de mi madre Alicia. En uno de estos viajes, nos quedamos con una familia de amigos que nos hospedaban. Cuando nos levantamos la siguiente mañana, descubrimos que tenían ¡cachorritos! ¡Cachorritos collie! Cuando salimos de allí de regreso a Oaxaca, no regresamos solos; llegamos a casa con una bolita de amor a la que llamamos Lassie. Cuando mi madre nos vio llegar con ella exclamo: OH NO!  Era una perrita hermosa, pero también activa y sin entrenamiento. No voy a meterme a todos los detalles de los pocos meses que estuvo en nuestra casa; pero después de varios zapatos destrozados  aparte de otras cosas, y de abusos que personas le hicieron a ella, la mandaron a volar a un pueblo con alguien que tenia un collie macho. Yo estaba muy triste. Pobrecita Lassie! Espero que haya tenido una buena vida en su nuevo hogar. Nunca la volví a ver.

No puedo incluir a todas las mascotas que pasaron por nuestra casa. Aunque mi madre hubiese preferido no tener ninguna, si tuvimos varias y algunas duraron toda su vida con nosotros.

«LA MININA» Fue una gatita que realmente no recuerdo ni como llego a ser nuestra. Era juguetona, linda y nos trajo muchos momentos alegres y llenos de diversión. Lo bueno de tener un gato, es que ellos no tienen accidentes en la casa, van afuera y se atienden a si mismos. Yo creo que por eso la Minina estuvo con nosotros por mucho tiempo. ¡Cada noche, había un pleito por la Minina! Quien se iba a llevar a la Minina a la cama… Jajajajaja…. mis hermanos le ponían trampas irresistibles: un pedacito de carne cruda que ataban a un hilo, y lo amarraban de la litera era muy efectivo. No importaba quien se había llevado a la Minina a la cama, terminaba atrapada en el cuarto de los niños. ¡Era increíble! ¡Esto pasaba cada noche! Un día nos dimos cuenta que la Minina estaba engordando… ¡La fulana estaba embarazada! OH NO! Dijo mi madre! Que suerte la de ella ¿no? Como si un gato en casa no fuera suficiente… Jajajajaja… ¡Los niños estábamos excitados! ¿Mas mascotas? Yupiiiiii!!!!!! Claro que esto no iba a durar por mucho tiempo. El día que mi padre notó que la Minina iba a dar a luz, era domingo; ¡ Día de la iglesia! Me dijo que me quedara en casa a atenderla. Mi hermanita mas chica le rogó a mi papá y le permitió quedarse conmigo. Teníamos un closet, que tenia repisas en el lado izquierdo, la Minina escogió meterse allí para hacer su den. Corriendo le puse unas toallas para que allí nacieran sus bebitos. Fue la primera vez que vi a un ser viviente nacer. ¡Fue una experiencia maravillosa! Siempre le agradeceré a mi padre por permitirme tenerla. La Minina era una madre muy tierna, los gatitos hermosos; unas bolitas de algodonó que ronroneaban. No recuerdo cual fue su suerte después de todos estos años.

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¡Esta es increíble! ¡En algún pueblo le dieron a mi hermana un perico! ¡Recuerdo que era muy hablador! Se aprendió el nombre de mi hermana por causa del lechero. Cada mañana tempranito, venia el lechero y gritaba: ¡Beca! ¡El atole!  ¡¡BECA…EL ATOLE!!! Si ya te lo imaginaste, ¡El perico lo repetía todo el santo día! ¡¡BECA!!!! EL ATOLE!!!!!  ¡Yo quería estrangularlo! Como ya lo adivinaste el perico no duró mucho tiempo con nosotros. Jajajajaja…

La lista es larga: Perros, gatos, conejos… todos con la misma suerte; nuestra casa era solamente una estación de pasillo para el siguiente hogar.

Hasta que un fatídico día… mi padre me llevo a la secundaria a recoger el horario para mis exámenes. Cuando íbamos llegando a la escuela, en la esquina, vimos un montón de chamacos acosando a un perro que estaba tirado en la calle. Lo pateaban y le picaban con un palo. ¡No puedo soportar que abusen a nadie! Le supliqué a mi papá que por favor hiciera algo. «No hija», me dijo; «Ya ha de estar muerto». Mientras me bajé del Jeep y entré al edificio de mi escuela, mi papá cruzó la avenida para estacionarse y esperarme. Cuando salí, y me aproximé al carro, vi que mi papá estaba en la parte de atrás del Jeep. Para mi sorpresa y alivio, allí en el piso del carro estaba la perrita acostada y mi padre le estaba acariciando su cabecita. Me colgué del cuello de mi padre y le di un beso en el cachete. ¡Gracias papi! ¡ Vámonos hija! ¡Tenemos que llevarla con un huesero, tiene la patita rota! Salimos volando de allí, y la llevamos con un hombre que mi padre conocía que arreglaba huesos fracturados. En un ratito de nada, le arregló, le puso unas tablitas para sostener el hueso y la vendó. Cuando llegamos a casa y la vio mi madre exclamó: OH NO!!!!!!  ¡Y quien creen ustedes que se va a levantar a medicar a este perro!!! ¡Por supuesto que tenia toda la razón! Pero lo hizo por nosotros, cada tres horas, de día y de noche le dio sus medicinas para el dolor, hasta que «LA DUQUESA» se compuso de su pata. ¿Sabes que hizo esta perrita? ¡SE ENAMORO DE MI PAPA!!!! Estoy segura que fue porque el la rescató de esos chicos tan malos. Lo seguía para todas partes, lo miraba con ojos de enamorada, cuando el se iba, lo esperaba impacientemente y los dos jugaban como niños. Nuestra sala era un rectángulo bastante largo y todo de mosaico de mármol. Mi papá le aventaba una pantufla y Duquesa la perseguía hasta el otro lado de la sala, como el piso era resbaloso para ella, se asotaba en la pared de cuerpo completo. Pensarías que después de las primeras veces ella se detendría a tiempo antes de asotarse en la pared, ¡Pero no! ¡Cada vez era lo mismo! ¡Cada vez! ¡La risa que nos daba! Mi papá le tenia sus apodos de cariño «LUCRECIA» «DUQUE». La quería tanto que le hacia sus caldos especiales de huesos (con carne) y arroz! Mi mamá nada más se quejaba entre dientes, sin ningún resultado. Era un amor de esos que no tienen remedio. Cuando mi padre se iba al mercado por las mañanas, Duquesa lo esperaba impacientemente en el balcón de la ventana, escuchando por el familiar sonido del motor del Jeep. Una mañana en particular, Duquesa siguió a mi papá hasta el carro, quería ir con el. Mi padre la dejó allí abajo en el primer piso, esperando. Cuando regresó del mercado, allí estaba la Duquesa…  de un brinco se aventó por la ventana del pasajero cayendo de cuerpo entero, sobre  de la reja de 30 huevos que estaban en el asiento del carro! ¡Hubieras visto a mi padre entrando a la casa con la reja de huevos aplastados! ¡OH NO! ¡Dijo mi madre! ¡OH NO!

Un día  estábamos enfrente del templo que adjunta con la casa y mi madre venia de regreso del centro de hacer sus mandados. En ese momento vino un perrito callejero y se le acerco a mi padre. ¡Duquesa le mordió por metiche! Mi padre la regañó diciendo:  ¡NO Duquesa! ¡ Métase con alguien de su tamaño!! ¡Fue tanto el impacto del regaño que recibió de mi padre, que Duquesa decidió que ya no valía la pena vivir! ¡Fue y se tiró enfrente del Jeep que venia acercándose! Mi madre se detuvo mero a tiempo y le gritaba que se quitara de enfrente. ¡Nada! ¡ Allí se quedo tirada esperando la muerte! ¡Ella ya sabia lo que hace un carro! Todos incluyendo mi padre le dijimos que se quitara de allí y no lo hizo. Mi padre tubo que ir, recogerla en sus brazos, levantarla, y consolarla. ¡Mi padre era el amor de su vida! Cuando salí de mi casa para irme a la Universidad en los Estados Unidos, todavía tenían a la Duquesa.

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Anduve buscando alguna foto que se acercara  lo mas posible a como era la Duquesa, esta fue la que encontré que se le parece mas. No tengo una de ella por el momento. No era nada especial, ni de pura sangre, pero tenia un corazón de oro. Cuando la llevamos al veterinario, le dio mucha risa y nos dijo: ¿Que color será? Jajajaja

Cuando me casé he hicimos nuestro hogar; decidí que iba a dejar que mis hijas tuvieran todos los animales y mascotas que quisieran. Hemos tenido una infinidad de perros, gatos, hamsters, pájaros, tortugas, gallinas y hasta ranas. Las dos salieron a mi en esta área,  les encantan los animales. Mi hija menor vive en un rancho y tiene de todo. El que dice OH NO! en esta casa es mi esposo. ¡Pero no con mucho éxito!  Jajajaja de repente mis hijas y yo regresábamos  a casa con un cachorrito, un gato, etc. Pobre de mi Sammy, muchas veces el se quedaba con la tarea de darles de comer ya que el era el que siempre salia a ciertas horas del día. Yo limpiaba detrás de ellos y les enseñaba a mis hijas a tender a ellos.

Cuando salíamos de compras o a alguna parte, mis hijas veían a algún perro callejero y me decían  ¡Mami! ¡Mira ese pobre perrito no tiene dueño! ¡Mami, mami, mami! Pobrecito, se esta muriendo de hambre mami! Inevitablemente me paraba y me bajaba a agarrar al animalito y llevarlo al carro para rescatarlo. Llegábamos a casa y Sammy exclamaba: ¡OH NO! 

Un día fuimos a visitar a una amiga que vive en el campo. Ya de regreso, de repente oigo los gritos: ¡Mami! ¡Una tortuga mami! ¡Párate mami! ¡Por favor mami! ¡La pobre tortuguita esta perdida mami! Al fin me paré, les dije que esperaran en el carro, y me bajé a «rescatar» a la pobre tortuga «perdida». Cuando me acerqué, esta tortuga no escondió la cabeza como cualquier otra tortuga; se volteó y quiso morderme! ¡Era una tortuga que parecía dinosaurio! ¡Tenia la concha toda llena de espinas y todo! Mis hijas que estaban con las narices pegadas a la ventana no perdiéndose ni un momento de todo lo que estaba pasando, gritaron al ver a esta «pobrecita tortuga perdida» defenderse y aventarse para morderme. No fue necesario explicarles por qué regresé sin nada. ¡Yo nunca había visto una tortuga así! ¡Hasta pensé que había descubierto un nueva especie de tortuga dinosaurio! Jajajajajajaja…

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¡OH NO!